El verano en el viñedo es una época de intensa actividad y transformación. Las vides, bajo el sol radiante, se convierten en un escenario vibrante donde la naturaleza despliega su magia, preparando el fruto que dará vida al vino. Pero no todo es color de rosa, pues las altas temperaturas y los cambios climáticos presentan nuevos desafíos para los viticultores.
El ciclo de la vid en verano:
- Envero: A mediados de julio comienza el envero, el cambio de color de la uva. Los racimos, antes verdes, se tiñen de morado en las variedades tintas, mientras que las blancas adoptan tonalidades doradas. La piel se vuelve más fina y comienza la acumulación de azúcares, ácidos y compuestos fenólicos, responsables del color y sabor del vino.
- Maduración: A medida que avanza el verano, la uva alcanza su punto ideal de madurez. El azúcar aumenta, la acidez disminuye y los aromas se intensifican. El color se vuelve más intenso y las bayas se ablandan. Es muy importante que los viticultores monitoren de cerca este proceso para determinar el momento óptimo de la cosecha.
El impacto del calor:
Las altas temperaturas del verano pueden afectar la cosecha de diversas maneras pero las más significativas son:
- Maduración acelerada: Un calor excesivo puede acelerar la maduración de la uva, lo que puede resultar en vinos con menos acidez y aromas menos complejos.
- Deshidratación: Las olas de calor y la sequía pueden provocar deshidratación en la vid, afectando el tamaño y la calidad de las bayas.
- Quemaduras solares: Las uvas expuestas al sol directo pueden sufrir quemaduras solares, lo que las vuelve impropias para la elaboración del vino.
Adaptándose al cambio climático:
Los viticultores están trabajando en implementar diversas estrategias para combatir los efectos del cambio climático en sus viñedos, las principales son:
- Riego deficitario: Esta técnica consiste en aplicar agua de forma controlada para mantener el estrés hídrico de la vid en un nivel óptimo, lo que favorece la concentración de azúcares y aromas en la uva.
- Selección de variedades: Se están optando por plantar variedades de uva más resistentes al calor y las sequías.
- Sombreado: Se utilizan mallas o coberturas para proteger las vides del sol directo.
- Manejo del follaje: Se realizan podas y deshojes estratégicos para mejorar la ventilación y la exposición solar de las uvas.
El verano en el vino:
Las características del verano durante la maduración de la uva se reflejan en el vino resultante. Un verano caluroso y seco puede dar lugar a vinos con mayor graduación alcohólica, menos acidez y aromas más maduros, como frutas confitadas o especias. Por el contrario, un verano fresco y lluvioso puede producir vinos con mayor acidez, aromas florales y herbáceos.
Viticultura extrema en el Valle de Bernal:
El Valle de Bernal, en Querétaro, México, presenta un clima semiárido y extremoso, con veranos calurosos y secos. A pesar de estas condiciones desafiantes, muchos viticultores han apostado por esta región, obteniendo vinos únicos y distintivos.
La clave del éxito radica en una selección cuidadosa de las variedades, un manejo meticuloso del viñedo y técnicas de vinificación innovadoras. Estos vinos del Valle de Bernal son un ejemplo de la capacidad de adaptación de la viticultura frente a condiciones climáticas extremas, así que no dudes en adquirir para tu cava un vino de ésta región.
En conclusión, el verano en el viñedo es una época crucial que define el carácter del vino. Los viticultores, a través de su conocimiento y experiencia, trabajan arduamente para enfrentar los desafíos del cambio climático y obtener cosechas de alta calidad. El resultado final es un producto único que refleja las condiciones climáticas y el terroir de cada región, deleitando a los paladares más exigentes.